lunes, 14 de noviembre de 2011

LA AVARICIA.

La avaricia es una inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones. La codicia, por su parte, es el afán excesivo de riquezas, sin necesidad de querer atesorarlas.
La codicia (o a veces la avaricia) se considera un pecado capital, y como tal, en cualquier sociedad y época, ha sido demostrada como un vicio. En efecto, al tratarse de un deseo que sobrepasa los límites de lo ordinario o lícito, se califica con este sustantivo actitudes peyorativas en lo referente a las riquezas.
La codicia es un término que describe muchos otros ejemplos de pecados. Estos incluyen deslealtad, traición deliberada, especialmente para el beneficio personal, como en el caso de dejarse sobornar. Búsqueda y acumulación de objetos, estafa, robo y asalto, especialmente con violencia, los engaños o la manipulación de la autoridad son todas acciones que pueden ser inspirados por la avaricia. Tales actos pueden incluir la simonía. Información web.
“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré. Conforme a su grandeza, así pecaron contra mí; también yo cambiaré su honra en afrenta. Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma. Y será el pueblo como el sacerdote; le castigaré por su conducta; y le pagaré conforme a sus obras” Oseas 4: 6 al 9.
La avaricia, el amor al dinero y a los bienes han apartado lo que es de Dios en beneficio propio, la avaricia es un pecado que azota a los ministerios y apresa en sus garras a las denominaciones y por ende a las congregaciones, y por esta causa el Señor ha hablado de cambios, y existen juicios desatados por el Señor en contra de ministerios que han mal administrado la semilla que el pueblo confiado ha puesto en sus manos y todo por causa de este virus: la avaricia.
La avaricia ha causado estragos en el pueblo de Dios; por esta causa hay azotes cuyas raíces están en las manos de los administradores, desvían la semilla en beneficio propio y no hay producción. Los supuestos altares están contaminados de injusticias, de tradiciones de hombres y están llenos de vomito.
“los pastores cuando oran: Oran por las viudas, por los pobres, por las necesidades de la congregación, por los huérfanos y me los ponen en mis manos, cuando son ellos los llamados para asistir, auxiliar, servir, ese es el ministerios que les he dado; predicar y practicar para que sean todos prosperados, por cuanto han desechado mis caminos, yo les tomo la palabra y las pongo en manos idóneas para que cuiden de ellos, porque esa es la tierra deseable, ese es mi reino, esa es mi heredad”. Así ha dicho el Señor.
Por esta razón el Señor ha dado juicios en contra de los malos administradores y ha pasado este ministerio en manos idóneas que sepan dar, que repartan, que siembren la semilla no dando lugar a esta condición lamentable como es la avaricia.
“El hombre de bien tiene misericordia y presta; Gobierna sus asuntos con juicio. Por lo cual no resbalará jamás: en memoria eterna será el justo” “Reparte, da a los pobres; Su justicia permanece para siempre; su poder será exaltado en gloria” Salmo 112: 5, 6 y 9.
Y esto es lo que quiere el Señor que se vea en sus hijos: Amor, justicia, misericordia, bondad y la fe sin la cual es imposible agradar a Dios.
“Oíd, esto, los que explotáis a los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra, diciendo: ¿Cuándo pasará el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos los graneros del pan, y achicaremos la medida, y subiremos el precio, y falsearemos con engaño la balanza, para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos, y venderemos los desechos del trigo? Amós 8:4 al 6.
Hay un juicio desatado y no tardaremos en ver las evidencias y señales; Como cuando dijo el Señor:
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mi, y yo en el, este lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podéis hacer” San Juan 15: 5.
Y esto está anunciando el Señor; pruebas y evidencias que muestren ante el mundo los frutos en sus hijos y les anunciamos en el nombre del Señor que las multitudes se convertirán al Señor a causa del testimonio que se verá en sus siervos prudentes, porque seremos ejemplos dignos de imitar y todos querrán ser judíos como en los días de Ester y Mardoqueo: Ester 8: 17.

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