jueves, 10 de noviembre de 2011

LA ARMADURA DE DIOS..

EFESIOS 6 : 10 - 13
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes".

Introducción
Estad pues firmes
Nos habla de la firmeza en mantenernos en comunión con Dios.
Él nos da la seguridad de cubrirnos y protegernos contra todo ataque espiritual; pero está en nosotros, en nuestra firmeza y convicción de que permanecemos en Él, y Él en nosotros.

Podemos hablar de Verdad y Justicia, pero muy difícil es llegar al perfecto significado que estas dos palabras tienen en esta cita Bíblica. Merece que escudriñemos en los escritos de Pablo para conocer la amplitud a la que quiso llegar. Evidentemente ambos se refieren a poder, protección, salvación y justificación.

Ceñidos vuestros lomos con la Verdad
Antiguamente cuando un pueblo o país entraba en guerra, los hombres que tenían edad para combatir, dejaban todo lo que estaban haciendo, tomaban sus armas y se “ceñían los lomos”.

Era una forma de preparar sus vestiduras para la exigencia del combate.

No había uniformes especiales como ahora.
Se colocaban un cinto ancho de cuero que le cubría de la cintura para arriba, hasta debajo de las axilas; o sea, toda la parte de la espalda que se conoce como lomos. Toda la vestimenta diaria era suelta, era necesario sujetarla con ese cinto para permitir la libertad de movimientos propios de la batalla.

Tomando esta semejanza, se nos dice que cuando nacemos de nuevo seremos objeto de ataques toda la vida. Porque ya no estamos en el bando del enemigo. Ya no tenemos “su protección”. Ahora nosotros somos sus enemigos y nos tenemos que preparar para esos ataques espirituales a la que estaremos sometidos.
En nuestro diario vivir, también nosotros andábamos “sueltos”, “libres”, por eso Dios, ni bien nos transformó en sus hijos, y nos cubre como con un escudo para resistir a los dardos de nuestros enemigos espirituales, quienes utilizarán todos los recursos posibles por recuperarnos.

Iremos comprendiendo a través de este Capítulo, que no será con nuestra fuerza que resistiremos al ataque del maligno. Pero sí fortaleciéndonos con el gran poder del Señor.

Este enemigo es precisamente el “padre de la mentira”; y estos son fundamentalmente sus dardos.
Por lo tanto nuestra resistencia la haremos primeramente basados en LA VERDAD.

La Verdad
Este primer elemento de la Armadura, simboliza la protección de Dios sobre nuestras vidas, contra toda mentira y engaño.
Como el cinto cubre los lomos, podría entenderse que existen ataques que vienen del lado donde no vemos; de atrás. Son argumentos engañosos que tratan de quebrar nuestra confianza, modificando la Palabra.
No hace falta dar ejemplos de ello porque bien sabemos de qué manera trabajan los espíritus engañosos para cambiar, quitar o añadir Palabras de las Escrituras

Las dudas sobre el entendimiento de la Palabra, hay que traerlas a la luz. Nunca debemos quedarnos con dudas, porque son semillas malignas.

La Verdad de la que estamos hablando, es:

- La que Cristo personifica “Yo soy la Verdad” (JUAN 1:17)
- y algo que trajo. “La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (JUAN 14:6)

El Apóstol Pablo nos habla de la verdad que está en Cristo, y no lo que nosotros creemos como “nuestra verdad”; Podemos creer que nuestros razonamientos e intenciones son verdaderos. Pero si no están basados en la Verdad en Cristo, son vulnerables ante cualquier ataque.
Jesús por alguna razón nos dijo que Él era la Verdad.

Es posible que nuestros conceptos de verdad sólo tengan que ver con todo lo contrario a la mentira y a la falsedad.
Pero, “vivir en verdad”, significa un perfeccionamiento continuo que nos permita permanecer en Su presencia, sin importar las circunstancias.
¿No es verdad que todos nosotros en algún momento para evitar algún daño propio o ajeno, hemos echado alguna “mentira piadosa”?
Así se comienza, y si no se frena, nos debilitamos y terminamos siendo mentirosos compulsivos. Seguramente alguien conoce personas que mienten por mentir; sin necesidad.
Es posible que no nos demos cuenta, porque lo venimos haciendo desde hace mucho tiempo, pero hasta cuando estamos cantando una alabanza, levantando las manos podemos distraernos y estar pensando en lo que vamos a comer cuando salgamos de la iglesia.


¿Cómo corregimos esto?
Hay muchas formas de hablar acerca de la verdad, pero por su reiterada mención de los escritos de Pablo, podemos asegurar que la Verdad a la que se refiere es la del Poder del Evangelio. Este es el poder que Dios nos ha dado para que no nos sorprenda, ni siquiera nuestra distracción.
Los que vivimos cubiertos por el poder del Evangelio y andamos en luz, no sólo hablaremos la verdad, sino que también viviremos por ella; y de esa manera podremos resistir al diablo, no dándole lugar en nosotros.
Otro concepto, no despreciable, es ceñirse de la verdad en sentido de integridad.
De una u otra forma debemos tener presente que TODO LO HACEMOS EN EL PODER DE SU FUERZA.

La Justicia

La Justicia de la que está hablando el Apóstol Pablo, no es (según el pensamiento griego), una virtud imprecisa, sino una relación personal con Dios, e implica fidelidad.

(ROMANOS 5.1), “En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”

(ROMANOS 8:1) "Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús”



(1ª JUAN 3:9) “Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios”
El concepto de poder divino está claramente presente en esta escritura
Pablo escribe que la razón por la que el evangelio puede describirse como poder de Dios tiene que ver con el hecho de que revela la justicia divina. Por lo tanto, se presenta la justicia de Dios como divino poder.
El don de la justicia de Dios en el creyente derrota por completo al enemigo.
Dicha justicia, a su vez, transforma la vida.
El resultado de haber experimentado la justicia divina es una vida recta.

En muchos pasajes esta justicia equivale al nuevo modo de vivir que nace de la fe en Cristo. Esta vida cristiana es verdadera.
No es una vida recta según leyes morales o tradiciones. No sólo se refiere a nuestro comportamiento exterior sino a todas las áreas de nuestro ser.
Se trata de un poder que es provisto por Dios para nuestras vidas, siendo obedientes a sus Palabras.

(ROMANOS 1:16,17)"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”

“Porque en el evangelio la Justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”

A partir de haber nacido de nuevo, el cristiano no puede vivir de cualquier manera, sino de la única que le permitirá vivir protegidos por Dios.
Esta Coraza de Justicia no la compramos en ningún comercio de antigüedades. No podemos fabricarla nosotros según algún modelo. No la podemos pedir, ni dar prestada.

Esta coraza es de Dios y la coloca Él, cuando vivimos en Él.
Y la mantiene cuando permanecemos en Él.
Permitir que esta Coraza de Justicia nos sea colocada por Dios, es tarea de cada creyente, en forma personal.

El Apóstol Pablo nos dice en su 2ª Carta a los Corintios Cap. 6:3-7:


“No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos,desvelos, en ayunos;

EN PUREZA, EN CIENCIA, EN LONGANIMIDAD, EN BONDAD, EN EL ESPÍRITU SANTO, EN AMOR SINCERO, EN PALABRA DE VERDAD, EN PODER DE DIOS, CON ARMAS DE JUSTICIA A DIESTRA Y A SINIESTRA”

El concepto religioso de creer que cumplimos con Dios cuando asistimos o hacemos alguna labor para la iglesia, queda totalmente depreciado con estas Palabras del Apóstol.
Y esta manera de vivir, nos asegura que no le dejamos ni la menor fisura por la que el enemigo pueda entrometerse en nuestra vida.





Júzgame oh Dios,
y defiende mi causa



ENCOMIENDA AL SEÑOR TU CAMINO
Y CONFÍA EN ÉL Y ÉL HARÁ.
EXHIBIRÁ TU JUSTICIA
COMO LA LUZ

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